martes, julio 24, 2007


Bendeciré al Señor a todas horas;
mis labios siempre le alabarán.
Yo me siento orgulloso del Señor:
¡oídlo y alegraos hombres humildes!
Alabemos juntos y a una voz
la grandeza del nombre del Señor.

Recurrí al Señor, y él me contestó
y me libró de todos mis temores.
Los que miran al Señor
resplandecen de alegría
y jamás se verán defraudados.
Este pobre gritó, y el Señor le oyó
y le libró de todas sus angustias.

El ángel del Señor protege y salva
a los que honran al Señor.
Probad, y ved que el Señor es bueno.
¡Felíz el hombre que en él confía!
Honrad al Señor, los consagrados a él,
pues nada faltará a los que le honran.
Los ricos se vuelven pobres
y padecen hambre;
pero a los que buscan al Señor
nunca les faltará ningún bien.

Venid, hijos míos, y escuchadme:
voy a enseñaros a honrar al Señor.
¿Quieres vivir mucho tiempo?
¿Quieres gozar de la vida?
Pues refrena tu lengua de hablar mal,
y nunca digan mentiras tus labios.
Aléjate de la maldad, y haz lo bueno;
busca la paz y síguela.

El Señor cuida a los hombres
honrados,
y presta oido a sus clamores.
El Señor está en contra de los
malhechores,
para borrar de la tierra su recuerdo,
El Señor atiende el clamor
del hombre honrado,
y le libra de todas sus angustias.
El Señor está cerca, para salvar a los que
tiene el corazón hechos pedazos
y han perdido la esperanza.

El hombre honrado pasa
por muchos males,
pero el Señor le libra de todos ellos.
Él le protege todos los huesos;
ni uno solo le romprerán.
A los malvados los mata
su propia maldad;
los que odian al hombre honrado
serán castigados.
Pero el Señor salva la vida de sus
siervos;
¡no serán castigados los que en él
confían!

Salmo 34

4 comentarios:

Guido dijo...

Mariano me mataste.

dany dijo...

..-a mi tambien..., te quiero mucho mamita , te extraño

Marcos dijo...

Te extraño demasiado mamá.

Mariano Pineda dijo...

Hace días que vengo llorando, las lágrimas de hoy se mezclaban con recuerdos, especialmente los de aquel día triste a la madrugada. Ya pasó un año. El dolor sigue. Trato de pensar qué ha cambiado cuando veo la cara de un gordito panza de leche y no puedo dejar de pensar que él es obra de la gracia de Dios, algo inexplicable.
Te amo, te extraño.